Andamios para combatir la inequidad en el aula

En muchos países, existe un compromiso en las políticas educativas para elevar los niveles de lectoescritura en su población, como parte de un multifacético esfuerzo con el desarrollo y la justicia social. Sin embargo, muchos educadores buscan respuestas a la pregunta: ¿Cómo atacar, desde las aulas de clases, las desiguales situaciones educativas que traen muchos niños y niñas al llegar a la escuela? Afortunadamente, la ciencia cognitiva permite la consideración de herramientas pedagógicas para fomentar equidad en el aula. Con ello se abre la esperanza de cambiar las trayectorias educativas de muchos niños y niñas.

La investigación informa que se requieren determinadas experiencias linguísticas para dominar–en forma eficiente y efectiva– el mecanismo generativo que permite descifrar palabras por primera vez, como “otorrinolaringología” o “deoxiribonucléico”, para muchos adultos. Es preocupante que muchos niños y niñas en situación de desventaja no llegan a construir por si mismos las bases del sistema alfabético y reconocer palabras en castellano (Diuk, Signorini & Borzone, 2011). Estas desventajas iniciales se pueden convertir en retraso lector que dura toda una vida.

Por otro lado, las palabras que se descifran sin una vinculación afectiva y real, desorientan y desmotivan. En cambio, con redes significativas en el cerebro, se recuperan ideas y emociones que favorecen la comprensión. Por ello, atender la lectura inicial desde una preocupación casi exclusiva con lo fonológico conlleva el peligro de leer sin comprender (Ferreiro, 2001). Sería un error subestimar la contribución cognitiva de los procesos de búsqueda e interrogación (Jolibert, 1995), o descartar las prácticas sociales del lenguaje (Lerner, 1996; 2001), especialmente en contextos de marginación social, linguística o cultural.

Al mismo tiempo, el compromiso con la equidad se puede fortalecer en el aula durante las actividades de comprensión de textos, diseñando andamios pedagógicos en forma intencionada. Antes de leer, un andamio demostrativo puede ofrecer indicios que benefician a muchos niños y niñas. “Quiero que pongan atención; voy a hacer una predicción. Primero me voy a fijar en las imágenes. Veo en este texto a una niña llorando, y a un papalote. Yo recuerdo de niña cuando quería que mi papá me comprara un papalote, pero no tenía dinero. Entonces mi predicción es que la historia trata de una niña que quería un papalote que no le pudieron comprar”. Un andamio interactivo– pensado desde la planificación de una clase–podría consistir en preparar sistemáticamente situaciones de diálogo primero con toda la clase, después en grupos pequeños, y luego en parejas, antes de solicitarlo en forma individual.

Los andamios en lecto-escritura pueden servir para ajustar las acciones pedagógicas conforme a los datos de la evaluación. Por ejemplo, si en una aula de segundo grado, más de la mitad de los niños se encuentra debajo de las expectativas en comprensión lectora, sería importante implementar varios tipos de andamios en las primeras lecciones. Poco a poco, la docente los puede retirar progresivamente.

En conclusión, la ciencia cognitiva puede ayudar a diseñar ambientes pedagógicos en cualquier área de lecto-escritura, para nivelar la falta de oportunidad con sectores vulnerables. Muchos docentes son capaces de implementar estas herramientas pedagógicas desde el repertorio de su gran creatividad. Con ello estarían fortaleciendo, en el aula, el compromiso generalizado desde las políticas educativas con la equidad.

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